Hoy trataremos una parte de la uniformidad del inigualable soldado español destinada al combate en el terreno de Morfeo: EL PIJAMA.
Comenzaremos con el pijama de invierno del Ejército de Tierra, una obra de ingeniería que durante muchas décadas ha formado parte de la dotación entregada a todos los componentes de las FFAA sin distinción de escala, constituyendo el uniforme para el descanso del guerrero y elemento ligado íntimamente a la litera tubular metálica.
Para la recepción de tan importante prenda, conviene destacar cómo es el ritual reglamentario en su primera entrega y posteriores reposiciones. Seguidamente se procederá a su análisis.
La primera vez que el militar es merecedor de tan magnífica pieza de vestuario, suele darse en los CIR (Centro de Instrucción de Reclutas) o su reconversión actual conocida como CEFOR o CEFOT; aunque de igual forma suele producirse en la academia para suboficiales, siendo en todo caso la secuencia tal que así:
-Mi subteniente, el pijama que me ha entregado me está muy grande- informa el receptor.
-Es talla única, tira palante- aclara el proveedor.
Aunque también existen ligeras variantes como esta:
-Mi sargento, el pijama que me han entregado es 7 tallas más grandes que la mía.
-¿Tú te crees que lo vestirás para ir a la boda de mi prima la del pueblo?, ¡ese pijama te está perfecto, fuera de aquí!
Las siguientes entregas no suelen ser tan personalizadas y forman parte de los elementos incluidos en el petate de dotación que cada tantos años se reparte, llegando probablemente en un vehículo y perdiendo así el contacto con el subteniente o brigada encargado del vestuario y su correspondiente almacén.
Estudios constatados nos proporcionan la certeza de que no se conoce ni una sola persona a la que le estuviesen bien las dos piezas del pijama, es decir, la parte superior (camiseta de manga larga) y la inferior (pantalón). El diseño, patrón o proporciones de ambas piezas se escapan al entendimiento del humano vulgaris, debe ser un designio inescrutable que se manifiesta en una amorfa correspondencia entre las dimensiones largo-alto-ancho.
Si analizamos algunos de los aspectos del pijama, dentro de nuestras limitaciones cognitivas, refiriéndonos al pantalón nos encontramos que la pernera puede venir ancha como un globo sonda o estrecha como unos leotardos, pero ambos supuestos pueden acompañarse indistintamente de una cinturilla minúscula (como si se hubiesen quedado sin elástico en su fabricación) o enorme como si fuese destinada a vestir un tonel. Las perneras del pijama vienen rematadas con unos útiles manguitos elásticos tobilleros, capaces de cortar la circulación sanguínea durante la noche, cuyo principal cometido intuimos que será para ahorrar cualquier tipo de modificación en el largo de la pernera, dado que aunque sea más larga de lo necesario no podrá pisarse ni arrastrarse puesto que se encuentra sujeta al tobillo. ¿Y qué pasaría si por el contrario la pernera es corta en relación al individuo?, no existe tal posibilidad, todos los pantalones de pijama vienen largos como si tuviesen a jugadores de baloncesto por destinatarios.
Si bien los pantalones cuentan con elásticos tanto en la cintura como en los tobillos, tal como se ha citado anteriormente, la camiseta no dispone de elasticidad en la cintura, lo cual sumado al corte cuadrado que correspondería al tronco corporal, sin conicidad que realce o ajuste el ancho de los hombros respecto a la cintura, resulta en cualquiera de las dos variantes: camiseta ancha como la carpa de un circo o entubada como el émbolo de una jeringuilla (no existe el término medio). Eso sí, la camiseta dispone de un práctico bolsillo pectoral donde se puede insertar el pañuelo verde que también se adjunta en la dotación, sirviendo para limpiar las secreciones nasales y cualquier otra que pudiera producirse durante la noche. Las mangas están provistas de muñequeras elásticas, de utilidad idéntica a las tobilleras de las perneras. Dichas mangas suelen tener largo suficiente para una camisa de fuerza.
En estas dos imágenes tenemos una vista general del ensamble de ambas piezas textitles:
¿Puede venir una camiseta larga como un vestido y con mangas cortas y/o estrechas?, por supuesto, no es una posibilidad: es una realidad certificada. ¿Y el caso contrario?, también, solo es cuestión de azar. Hay quien sostiene la teoría de que el sastre de la empresa textil perdió a su esposa porque se marchó con un militar, y de ahí la cruel venganza que perpetra en estas prendas para las FFAA.
La única posibilidad de intentar emparejar la parte superior y la inferior del conjunto pijama, es tener la suerte de contar con un compañero de la misma compañía y camareta, con el cual intercambiar prendas según convenga a sus respectivas tipologías corporales; pero ni siquiera así se consigue un acercamiento a lo que sería vestir con un tallaje adecuado o proporcional.
Un dato importantísimo es que el pijama militar tiene otro uso además del explicado, también sirve como prenda interior de abrigo en situaciones de mucho frío. ¿Prendas térmicas?, eso no existía, lo normal cuando había que hacer guardia en una garita rodeado de dos palmos de nieve era ponerse doble calcetín en los pies (uno grueso y otro más fino), embadurnar las botas con mucha grasa de caballo para aumentar la impermeabilidad, y dejarse puesto el pijama.
Si es menester, analizaremos en otro momento las demás prendas interiores que inevitablemente acompañan al pijama, así como la modalidad veraniega.
Aquí vemos el pijama junto al clásico gayumbo castrense:
Y aquí tenemos el pijama de verano del ET (sí, la cintura puede estrangular los órganos internos):