Un alumno de la ESTAER, curioseando por la tienda de efectos militares que se se encuentra también dentro de la Base Aérea de Torrejón, vio que allí vendían gafas de sol entre otras muchas cosas. Sabiendo que su novia necesitaba unas gafas de sol, encontró la ocasión de comprárselas porque eran muy bonitas y además servirían como recuerdo de su paso por esta academia, por lo que eligió las más apropiadas y las puso sobre el mostrador junto a la caja registradora. La dependienta se las envolvió, realizó el cobro con tarjeta bancaria y cuando fue a entregarle la cajita con las gafas, cogió otra muy parecida que había al lado y que contenían unas braguitas, seguramente por algún regalo que la dependienta tenía preparado para su hija o cualquier otra joven.
Ni la dependienta ni el alumno se dieron cuenta de la equivocación, así que dicho alumno regresó a la habitación de su escuadrilla y allí escribió una carta que introdujo en un sobre y la colocó junto a la cajita envuelta en la tienda, empaquetando ambas cosas con una caja de cartón y enviándola por Correos a su novia.
La novia recibió y el paquete y quedó perpleja por el contenido y el texto de la carta que decía así:
"Querida mía;
Espero que te guste el regalo que te envío, sobre todo por la falta que te hacen ya que no tienes ningunas, pues las últimas que tenías ya llevabas mucho tiempo con ellas y estas son cosas que se deben cambiar de vez en cuando.
Espero que haya acertado con el modelo. La dependienta me dijo que eran la última moda y me enseñó las suyas que eran iguales. Entonces yo, para ver si eran ligeras, cogí y me las probé allí mismo, ¡no veas lo que ha reído la dependienta!, porque estos modelos femeninos en los hombres quedan muy graciosos, y más a mí que ya sabes que tengo unos rasgos muy marcados.
Una soldado que había por allí se las puso delante mía para que yo viera cómo ajustaban, y me gustaron tanto que las compré.
Póntelas y enséñaselas a tus padres, a tus hermanos, en fin, a todo el mundo a ver qué dicen.
Al principio te sentirás muy rara, acostumbrada a ir con las viejas, y más ahora que has estado algún tiempo sin ningunas. Si te están pequeñas me lo dices, que si no te van a dejar marca cuando te las quites y todo el mundo se va a dar cuenta de que las llevas. Ten cuidado también de que no te estén grandes, no vaya a ser que al agacharte se te caigan. Ten cuidado no vayas a romperlas y, sobre todo, no vayas a dejarlas por ahí y las pierdas, que tienes costumbre de llevarlas más en la mano que puestas, para que todos vean tus encantos."