Crónica de un cadete de Cuerpos Comunes

Temas sobre las Academias de Oficiales
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LtWerner

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Crónica de un cadete de Cuerpos Comunes

Mensaje por LtWerner »

Hola a todos. Los Cuerpos Comunes son los pequeños grandes desconocidos dentro de las FAS. En la gran mayoría de unidades, con la salvedad de médicos y enfermeros, son muy raros de ver, y hay en general bastante desconocimiento sobre ellos y las funciones que realizan. Por eso, y aprovechando que este verano he cambiado el khaki del ET por el verde musgo de CC, voy a hacer un pequeño resumen de quiénes somos, qué hacemos y, sobretodo, cómo es nuestro proceso de formación por las distintas academias y escuelas.
Porque sí, amigos míos, digo "academias" en plural porque los primeros pasos en la vida de un cadete de CC se diferencian muy poco de la de un feriante, recorriendo media España de escuela en escuela y viviendo todo tipo de trepidantes aventuras por tierra, mar y aire.


EL NACIMIENTO DE UN ASPIRINO: VIDA Y MISERIAS DE UN CADETE DE CUERPOS COMUNES



INTRODUCCIÓN: ¿Qué son los Cuerpos Comunes?
 
Cuando pensamos en las FAS nos vienen rápidamente a la mente tres conceptos: tierra, mar y aire. Conceptos que tienen aparejado, cada uno, su propio ejército: el Ejército de Tierra, la Armada y el Ejército del Aire y del Espacio. Sin embargo, este trío de la muerte está incompleto, pues existe un pequeño y, lamentablemente, bastante desconocido cuarto ejército: los Cuerpos Comunes de las Fuerzas Armadas.

De la misma manera que los ejércitos se dividen en Cuerpos y Especialidades Fundamentales, los CC se articulan en 4 Cuerpos: Jurídico Militar, Intervención, Músicas Militares y Militar de Sanidad.

El Cuerpo Militar de Sanidad (CMS) se divide, a su vez, en las siguientes Especialidades Fundamentales: Medicina, Enfermería, Psicología, Farmacia, Veterinaria y Odontología. El Cuerpo de Músicas Militares tiene dos: Dirección e Instrumentista. En el Cuerpo Jurídico Militar (CJM) y el Cuerpo Militar de Intervención (CMI) existe una única especialidad fundamental.

La creación de los CC se decidió a finales de los 80 del siglo pasado, según argumentos económicos y de eficiencia organizativa. Se consideraba un sinsentido que cada ejército tuviese su propio servicio de sanidad, servicio jurídico, etcétera, por lo que se optó por centralizarlos.

Los CC tienen dos características peculiares: todo su personal son cuadros de mando. Oficiales, en su inmensa mayoría, con dos particularidades: los suboficiales músicos instrumentistas (en contraposición a los directores, que son oficiales) y los oficiales enfermeros. La distinción entre éstos y el resto de oficiales viene de la época en que enfermería no era carrera universitaria. Cuestión más que superada hoy día, pero que lamentablemente no ha supuesto ningún cambio en el régimen de los oficiales enfermeros, que no pueden superar el empleo de teniente coronel y, hasta hace no mucho, tenían tiempos de ascenso más largos.

La segunda característica de los CC es que sólo se puede acceder a ellos con titulación previa, independientemente si se es de acceso directo o de promoción interna. Sin embargo, recientemente se abrió una vía de acceso sin titulación, únicamente para el personal del CMS, especialidad medicina. El personal que accede por esta vía cursa, durante seis años, el grado en medicina a la par que las asignaturas militares.

Fruto de ese acceso con titulación, y dado el carácter eminentemente técnico de los CC, su formación es extremadamente corta: en cuestión de un curso académico uno pasa de la vida civil a llevar las dos estrellas de teniente en el pecho. Ello genera ciertos recelos entre los compañeros de las Armas, que tienen pasar 5 años muy duros para alcanzar ese mismo empleo.

Esta formación se divide en dos partes: una fase general y una segunda específica. La primera es, sin duda, la más bonita y enriquecedora pues, dada la idiosincrasia de los CC, que pueden servir en cualquier Ejército, implica rotar por las tres academias de oficiales (o de suboficiales, en el caso de los sargentos músicos). La segunda tiene lugar en la Academia Central de la Defensa (ACD) en Madrid, donde los alumnos adquieren los conocimientos propios de su cuerpo o especialidad.

La formación general comienza en la Academia General Militar, en Zaragoza, donde la inmensa mayoría de cadetes tiene su primer contacto con la milicia, y de ello hablaremos en el siguiente capítulo.
El Rey prohíbe a los oficiales de su Caballería, bajo la pena infamante de pérdida de empleo, que el enemigo les ataque. Será su Caballería la que siempre ataque al enemigo. — Federico II de Prusia.

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Unai

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Re: Crónica de un cadete de Cuerpos Comunes

Mensaje por Unai »

¿Y a que destino van, Por ejemplo, un teniente músico? ¿Qué hace en el día a día?

¿se les exige tanta rotación de destinos para ascender al igual que los militares de carrera de cuerpos generales (sobre todo en tierra).

¿El salario de un teniente médico y un teniente músico es prácticamente el mismo?, Supongo que no, sería injusto.

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LtWerner

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Re: Crónica de un cadete de Cuerpos Comunes

Mensaje por LtWerner »

Unai escribió: Dom, 29 Dic 2024, 22:23¿Y a que destino van, Por ejemplo, un teniente músico? ¿Qué hace en el día a día?

¿se les exige tanta rotación de destinos para ascender al igual que los militares de carrera de cuerpos generales (sobre todo en tierra).

¿El salario de un teniente médico y un teniente músico es prácticamente el mismo?, Supongo que no, sería injusto.
Los oficiales músicos dirigen las unidades de música, mientras que los suboficiales y la tropa (aunque ésta última no pertenece a Cuerpos Comunes) son los que tocan los instrumentos. Por lo que sé de compañeros que eran soldados músicos antes de promocionar, su vida era muyyyyyyyyyyyyy tranquila: deporte por la mañana y ensayar, básicamente.

A lo segundo te puedo responder con seguridad porque, precisamente, este año no se ha cubierto ninguna plaza de oficial músico. Pero vaya, CC es mucho más estable en ese sentido, no tiene nada que ver con los compañeros de las Armas.

Y respecto a lo último, en la mili se cobra en función del empleo. Cada unidad y cada destino tiene ciertos complementos que pueden crear cierta variación, pero al final todos los tenientes cobran más o menos lo mismo, ya estén mandando una sección de fusiles, una unidad de música o un botiquín en una base aérea. A mí sí que me parece justo: uno antes que nada es teniente, sargento, soldado, etcétera.... luego vienen las coletillas (que si médico, que si músico, que si infante,...)
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Re: Crónica de un cadete de Cuerpos Comunes

Mensaje por LtWerner »

CAPÍTULO 1: La Academia General Militar.

¿No queríais mili? ¡Pues toma mili!
Esta frase, pronunciada estruendosamente por un capitán de Infantería en las profundidades del célebre campo de maniobras de San Gregorio, resume a la perfección la experiencia de los cadetes de CC durante su paso por la General, donde se forma a los futuros oficiales del Ejército de Tierra y la Guardia Civil.
Para la inmensa mayoría de cadetes, la AGM supone el primer contacto con la milicia. Y la AGM convierte a estos otrora civiles en militares a través de un concepto muy simple: instrucción individual del combatiente.
Las dos primeras semanas de formación constituyen el módulo de adaptación y orientación a la vida militar, en el que las bajas todavía pueden reponerse con los opositores aptos sin plaza. Los alumnos de promoción interna (como es mi caso) no realizan esta fase, por lo que poco os puedo contar de primera mano. Pero según me relatan los compañeros y los alféreces de la ACD (¿os acordáis de esos chavales que estudian medicina seis años en Madrid? Una vez llegan a tercero y ascienden a alférez, son elegibles para acompañar a los capitanes a Zaragoza e instruir a la nueva hornada de aspirinos), son unas dos semanas absolutamente frenéticas, en las que el cadete apenas tiene tiempo siquiera de asimilar la clase de manicomio en la que ha entrado.
Mucha instrucción, muchos gritos y paso ligero a todas partes con el tórrido sol zaragozano achicharrando las cabezas recién rapadas en pleno mes de agosto. El tiempo justo para comer y nada de descanso entre actividades. Algo bueno tiene el calor: se suda tanto que desaparece la necesidad de ir al servicio, a pesar de los litros de agua que se ingieren a lo largo del día.
Hay que asimilar mucho conocimiento en muy poco tiempo, bajo un estado de estrés constante. Formaciones, cortesía militar, orden cerrado, táctica, armamento, topografía, decálogos, himnos y canciones de todo tipo. Todo ello aderezado de putaditas como hacer camaleones a oscuras y bajo una estricta disciplina de ruidos y luces, alarmas nocturnas o recibir un gélido manguerazo como recordatorio de la importancia de estanqueizar correctamente la mochila de combate.
En la tercera semana se realizan unas maniobras tipo Alfa en San Gregorio, donde se pone en práctica todo lo aprendido previamente. En este punto se incorpora el personal de promoción interna. Incorporación, por lo demás, bastante atropellada: tras las presentaciones y papeleos correspondientes, a la carrera a recoger vestuario y equipo, montar las mochilas, recoger armamento y unirse a las maniobras. La incorporación se hace un poco cuesta arriba para los compañeros del Aire y de la Armada, dado que en sus ejércitos han recibido un tipo de instrucción diferente.
Una vez llegados a San Gregorio e incorporados en las secciones y pelotones, las maniobras se desarrollan como las típicas Alfas del Cefot: topográfica, paso de la pista de combate, tiro de fusil, alarmas nocturnas, noche en soledad y todo tipo de culeos cada vez que alguien la caga. Cosa que siempre ocurre, como es lógico.
El jefe directo de los cadetes es un alférez del Cuerpo General del Ejército de Tierra, que realiza prácticas de mando bajo la atenta mirada del capitán jefe de sección. Son insultantemente jóvenes, mucho más que los cadetes bajo su mando. La idiosincrasia de CC, donde se accede con titulación y tras una oposición que suele requerir varios años de preparación, hace que la media de edad sea notablemente mayor. Caso aparte son los alumnos de medicina sin titulación, muchos de los cuales son incluso menores de edad todavía, lo que genera cierto choque generacional con los compañeros más mayores.
Destaco dos hitos de las maniobras. En primer lugar, la prueba de soltura acuática, dado que nunca la había hecho ni en el Cefot ni en la unidad. Consiste en realizar un largo de piscina con equipo completo, tras lo cual el cadete monta una balsa de circunstancia usando su mochila de combate y la de otros tres compañeros. Una vez lista, los cuatro cadetes realizan otro largo ayudados de la balsa. Acojona al principio, pero resultó ser muy divertido. El agua, después de que hayan pasado cientos de cadetes que llevan cinco días tirados en el campo, tiene un color y consistencia difícil de describir. Es inevitable que algún que otro fusil caiga al fondo de la piscina, negra como la noche. Intentad que no sea el vuestro.
Por último, el día final de las maniobras, todo el primer batallón de cadetes (que agrupa a todos los cadetes de primero de los distintos cuerpos que estudian den la AGM, incluidos los de CC), realiza carrera a paso ligero, con equipo completo, desde la zona de vida hasta la AGM. Finalizada la carrera, y tras una ducha y cambio de ropa, se realiza un sencillo acto de imposición de prendas de cabeza. Los alumnos del ET reciben la boina grancé de la AGM. Los de CC, el buque verde musgo. También se impone la galleta con el ángulo de cadete de primer curso, mediante el pertinente pechazo por parte del alférez.


Tras ello, queda el tedioso proceso de recoger y limpiar armamento, material y equipo. Las maniobras solo se terminan cuando se está listo para las siguientes.
Concluidas las maniobras, a los cadetes de CC les quedan otras dos semanas más en Zaragoza. El régimen de vida, no obstante, se relaja muchísimo. Las mañanas pasan entre deporte, orden cerrado y teóricas sobre Historia, Táctica y Logística y Organización del ET. Las tardes, por lo general, son libres y el servicio de cuartel es muy relajado y no se dedica a putear a los cadetes.
Estas dos últimas semanas concluyen con los exámenes de las asignaturas mencionadas anteriormente y con un acto muy especial: la entrega del sable, símbolo del oficial. Es, además, el primer acto en el que los cadetes desfilan con público y delante de sus familias, lo cual lo hace aún más emotivo.
Lamentablemente, los cadetes de CC no pueden disfrutar de uno de los elementos principales del acto: la relación entre quien recibe el sable (cadete de primero) y quien lo entrega (cadete de segundo). Éste se convierte en el “páter” o “padrino” del primero, y debe guiarle y orientarle el tiempo que permanezca en la Academia. Sin embargo, la entrega de sables se realiza pocos días antes de que los cadetes de CC abandonen el centro, por lo que no se puede crear tal vínculo.
Y justo cuando se estaban empezando a acostumbrar a la vida en la General, toca despedirse de ella. Formación en el patio de armas con el resto de la Academia, entrega de la bandera de percha y, finalmente, la despedida con el general director. Al acabar, el general da la mano, uno por uno, a los casi ciento cincuenta integrantes de la recién disuelta séptima compañía del primer batallón de cadetes. Los cadetes agradecen enormemente el gesto, y más que lo iban a agradecer, al ver el trato con el que se les iba a recibir en la siguiente parada de su aventura.

Pero eso, es materia del siguiente capítulo.


PD: Por más que lo edito, no consigo que se quede una separación uniforme entre párrafos. A ver si un admin me puede echar una mano por favor.
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Unai

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Re: Crónica de un cadete de Cuerpos Comunes

Mensaje por Unai »

Eso que cuentas, muchas cosas también se realizan en los Cuerpos Generales , ¿no? ya que esas dos semanas duras de adaptación a la vida militar también lo hacen los cadetes de CG. 

Como indicas que es tu caso entrar por promoción interna, ¿estás en CG o CC?

Y ya para pregunta personal, me esta gustando mucho la Crónica del cadete  :lol: . Es como que lo narras y lo explicas muy bien, ¿es una "historia" que tienes ya escrita por capítulos o algo así, o aquí es la primera vez que la escribes? 

¡Un saludo!

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LtWerner

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Re: Crónica de un cadete de Cuerpos Comunes

Mensaje por LtWerner »

Estas tres primeras semanas de AGM son iguales para todos los cadetes de primero. A nivel particular, dependerá de lo que cada alférez o capitán quiera apretar a su gente. Dentro de la propia compañía donde estábamos los de CC, había capitanes que eran más cañeros y otros más tranquilos.


Una vez se acaban las maniobras, sí que cambia mucho la película. Los chavales de Tierra y de la Guardia Civil empiezan las asignaturas de su grado y, además, juran bandera en poco más de un mes, por lo que tienen que darle caña al orden cerrado.

Yo fui soldado en el ET y promocioné a Cuerpos Comunes. En la mejor Arma de todas, Caballeria.  :cool:

Y la historia la voy escribiendo por partes y luego hago copia-pega aquí. Así me ahorro el tener que escribir todo el capítulo del tirón y lo puedo corregir tranquilamente, me alegro que te guste.  :biceps:
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Re: Crónica de un cadete de Cuerpos Comunes

Mensaje por Unai »

LtWerner escribió: Mié, 01 Ene 2025, 13:50En la mejor Arma de todas, Caballeria. 
Ahora que has dicho eso, por la promoción a oficiales de CC tienes que elegir especialidad antes? ¿ en CG también es así?

¿A que cuerpo común has entrado tú? Por lo que tengo entendido se necesita titulación, no? ¿ tu también has hecho el examen de mates y física?

Disculpa por tantas dudas :') :') como dijiste, de los cuerpos comunes se habla poco y no se si esto de la promoción se hace igual que en CG o como funciona. Un saludo.

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Re: Crónica de un cadete de Cuerpos Comunes

Mensaje por LtWerner »

Cada especialidad fundamental de CC (Medicina, Odontología, Jurídico, etcétera) tiene su propio proceso selectivo con su temario y sus pruebas específicas. Los de Cuerpo General del ET eligen Arma en cuarto curso, por escalafón.
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Re: Crónica de un cadete de Cuerpos Comunes

Mensaje por Unai »

LtWerner escribió: Jue, 02 Ene 2025, 22:12Cada especialidad fundamental de CC (Medicina, Odontología, Jurídico, etcétera) tiene su propio proceso selectivo con su temario y sus pruebas específicas.
Ahh entendido, no tiene nada que ver con el examen de física y de mates. Y supongo que también habrá sus plazas aparte que de cuerpos generales aunque sean menos.

Y por casualidad, ¿se necesita la titualción también para acceder por promoción como  has hecho tú?

Un saludo, ¡y gracias!

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Re: Crónica de un cadete de Cuerpos Comunes

Mensaje por LtWerner »

Sí, la única especialidad que saca plazas sin titulación es Medicina.
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Re: Crónica de un cadete de Cuerpos Comunes

Mensaje por aferrer »

Unai escribió: Jue, 02 Ene 2025, 22:22Y supongo que también habrá sus plazas aparte que de cuerpos generales aunque sean menos.
Sí, son plazas independientes a los Cuerpos Generales, son procesos selectivos distintos.
Mateo 7:8: "Porque todo el que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá". :esp: :esp: :esp:

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Re: Crónica de un cadete de Cuerpos Comunes

Mensaje por Salalo3 »

Hablando desde mi punto de vista, la ACD y todo lo que son los CC es pistolandia, pero es que su función no son los pechazos. Es algo que los que están dentro de cualquiera de los 4 cuerpos no entienden, de ahí las tonterías que hay en la academia. Estamos mal vistos en cualquier parte todos aquellos que no son enfermeros/infantes (no abramos el melón de la escala de oficiales enfermeros) y, si nos ponemos a ver qué pintamos en cualquiera de las 3 academias en el periodo ese, todos acaban en la misma conclusión: nada. Nos diferencian mucho frente al resto de alumnos de cualquier academia tradicional. La diferencia entre alumnos dentro de la propia ACD es otra cosa que da para hablar largo y tendido.

Por otro lado, si hablamos lo que escuece todo lo relativo a los que no forman parte de la estructura orgánica del ejército (el cuerpo militar de intervención en plenitud y el cuerpo jurídico en la rama jurisdiccional), apaga y vámonos. En fin, estando tú dentro, supongo que me darás la razón, en parte (supongo que no en todo). En conclusión, somos necesarios pero mal vistos por dos principales motivos: la calidad de vida de los cuerpos comunes (propia de la idiosincrasia de cuerpos tan técnicos, no se puede hacer una sentencia judicial en mitad del campo como más de alguno en el cuerpo general le gustaría) y el poco tiempo de instrucción militar (normal, si piensas que lo que tienes que enseñar, siguiendo el plan Bolonia, ya lo traen los opositores debajo del brazo). 

Los médicos sin titulación no quiero incluirlos, no por nada, sino por la poca experiencia que tengo relativo a lo que ellos viven o dejan de vivir.

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Re: Crónica de un cadete de Cuerpos Comunes

Mensaje por Unai »

Salalo3 escribió: Lun, 06 Ene 2025, 14:49Estamos mal vistos en cualquier parte
Lo de estar mal visto por "no estar en el campo" veo que pasa a todos. Vosotros los de CC estaréis mal vistos por ALGUNOS de CG ya que vuestra calidad de vida en ese sentido es mejor, luego los oficiales también estarán mal vistos por ALGUNOS   suboficiales, sobre todo sargentos que están menos en oficina, y luego algunos de tropa que les mola decir "a partir de suboficiales pillan unos años de campo y el resto es burocracia en oficinas" y les mola presumir de que ellos son "el ejército puro"  y se quejan de todo lo que no sea lo que ellos hacen. E incluso algunos se quejan de que entra gente con estudios... :')

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Re: Crónica de un cadete de Cuerpos Comunes

Mensaje por LtWerner »

Salalo3 escribió: Lun, 06 Ene 2025, 14:49la ACD y todo lo que son los CC es pistolandia
Duele, pero es así, pero creo que también tiene un elemento generacional. Las promocione más antiguas de Cuerpos Comunes se echan las manos a la cabeza al saber que en la ACD hay un batallón de alumnos, monopolizado por mandos del ET, y que intentan inculcar un poco de espíritu castrense a los chavales. Las promociones más modernas, en cambio, sí que me parecen más "militares", en ese sentido. Sin embargo, hay muchas cosas que están mal en la ACD, profundizaré cuando haya explicado el paso por la AGA y la ENM.

Estamos mal vistos en cualquier parte todos aquellos que no son enfermeros/infantes
Personalmente, la única academia en la que me vi despreciado / mal visto fue en la AGA, y no soy enfermero ni médico. Ahora bien, es una barbaridad lo mimadas que están estas especialidades (sobretodo los médicos), porque en los Ejércitos hacen falta como el comer. Ver a todo un coronel del EA hacerle la pelota a un grupo de cadetes con menos de un mes de mili para que pidan vacante en su unidad fue bastante esperpéntico.


Eso no quita que, a nivel individual, te cruces con algún tonto en todas las academias. Ahí, en mi opinión, entra en juego un factor más antiguo que la tos: la envidia. Envidia porque vas a ser teniente un año, y ellos en cinco. Pero claro, ellos sólo ven eso, no los cuatro años de carrera más los otros cuatro / cinco de oposición para estar ahí. Pero, en general, mi relación con la gente de Armas fue bastante buena.

Por cierto, aunque sea tirar piedras sobre mi propio tejado, creo que el clasismo aquí es bidireccional. En las academias tenía a muchos compañeros indignados por tener de jefe a un alférez de 20 años mientras que ellos, más mayores y con más estudios, tenían que acatar sus órdenes. Era una soberbia bastante chunga y que, gracias a Dios, nunca vi en mi época de tropa.

si nos ponemos a ver qué pintamos en cualquiera de las 3 academias en el periodo ese, todos acaban en la misma conclusión: nada. Nos diferencian mucho frente al resto de alumnos de cualquier academia tradicional
Yo la única academia donde sentí que sobraba y no hacía nada era la AGA. En Tierra y en la Armada sí que sentí que hacían un esfuerzo por integrarte en la vida y el espíritu de la academia. Los de la AGM son los que más fácil lo tienen, porque entras a la vez que toda la nueva hornada de cadetes de primero. Al resto de academias de te acoplas con el curso ya empezado y cuesta más encajar.

En conclusión, somos necesarios pero mal vistos por dos principales motivos: la calidad de vida de los cuerpos comunes (...) y el poco tiempo de instrucción militar.
Lo de estar mal visto por vivir bien es un clásico en la mili, cuando era soldado también lo veía: todos somos súper turbo operativos peeeeeeeeero... en cuanto sale vacante para la plana todos sacan los puñales :lol: 

Y lo de la poca instrucción, como decía antes, creo que es más envidia que otra cosa.

Sin embargo, al igual que tú, creo que los Cuerpos Comunes estamos en un limbo que en ocasiones genera fricciones con la gente de Cuerpo General. En ocasiones pienso que sería mejor volver al sistema antiguo, donde cada Ejército tenía su Cuerpo Jurídico, de Sanidad, Intervención, etcétera,... como ocurre en el resto del mundo.
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Re: Crónica de un cadete de Cuerpos Comunes

Mensaje por Salalo3 »

Se me olvidó: hilo interesante  :Y:

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Re: Crónica de un cadete de Cuerpos Comunes

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LtWerner escribió: Mar, 07 Ene 2025, 09:30los cuatro años de carrera más los otros cuatro / cinco de oposición para estar ahí
¿Para promocionar de tropa a CC tardas 4/5 años?
¿Para CG también hace falta tanto estudio o con 1 año puedes sacarte la plaza con el examen de mates y física?

Un saludo.

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Re: Crónica de un cadete de Cuerpos Comunes

Mensaje por LtWerner »

CAPÍTULO 2:La Academia General del Aire (¡y del Espacio!)

Ya sé que ésta no es su Academia…
Esta frase tan sencilla, pronunciada por un alférez de cuyo nombre no quiero acordarme, resume a la perfección nuestro paso por la Academia General del Aire (¡y del Espacio!). El contraste con la Academia General Militar, considerable. Las comparaciones, odiosas.

Si en la despedida de la AGM el general director nos instaba a considerar la General como nuestra casa y a recordar siempre con orgullo nuestro paso por ella, nuestra estancia en San Javier fue bastante más fría y, sobretodo, prescindible.

Para empezar, porque ni siquiera estábamos en San Javier. No había sitio para nosotros en la AGA. La respuesta oficial era que estaban reformando los alojamientos antes de que Su Alteza la Princesa de Asturias pase allí su tercer y último año de formación militar. Sin embargo, no hemos sido la primera promoción de Cuerpos Comunes en conocer el resort de cinco estrellas que nos tenían preparado: el Acuartelamiento Aéreo (ACAR) de los Alcázares.

Los Alcázares es un lugar bastante peculiar. Se encuentra a unos 20 minutos en autobús de la AGA, distancia que había que cubrir mínimo dos veces al día (o cuatro, si te apuntabas a la cena, que eran en la AGA). Las escuadrillas donde dormíamos estaban bastante bien… una vez fumigadas después de que varios compañeros sufrieran picaduras de chinches. La fumigación también ayudó a reducir considerablemente la población de cucarachas que allí nos hacía compañía.

El día a día consistía básicamente, una vez desayunados en el ACAR y transportados en bus hasta la AGA, en dar clase. Éstas tenían lugar en el salón de actos, único lugar en el que, aparentemente, cabíamos las dos compañías de cadetes. La idea de dividirnos en secciones y en asignarnos algo más que un alférez para controlar a cien personas, parece que no se contemplaba.

Dichas clases eran similares a las de Zaragoza, pero, lógicamente, centradas en la idiosincrasia del Ejército del Aire y del Espacio. Sin embargo, salvo honrosas excepciones, muy pocos mandos mostraban interés más allá de leer un Powerpoint desactualizado y despachar en quince minutos una clase de dos horas.

Un militar con tanto tiempo libre sólo puede una cosa: irse a la cantina. Aquí surgió el primer problema: éramos muchos y la saturábamos. Por tanto, pasamos muchas horas muertas tirados en el susodicho salón de actos, sin poder salir de él ni movernos por la academia.

La relación con los alumnos de la AGA era, en el mejor de los casos, complicada. Conste que estoy generalizando, pero hay mucho alférez de vuelo que ha visto Top Gun demasiadas veces (¡y eso que Maverick es oficial de la Armada!) y que tiene las manos callosas de tanto masturbarse mientras se mira al espejo con el mono de vuelo puesto. Los alféreces de la AGM eran duros y no tenían piedad para corregir las faltas, pero nunca vi la soberbia y la condescendencia con la que nos trataban en la AGA.

De ahí vino la frase que encabeza este capítulo: una bronca de un alférez surgida, una vez más, de la saturación de una máquina de café que encontramos en una escuadrilla de alumnos. No puedes ir a la cantina, no puedes ir a las máquinas de café, no puedes hacer deporte (la instrucción física se hacía en los Alcázares). Solo quedarte escondido en el salón de actos y no molestar. La comparación, reitero, con la AGM era odiosa.

Las comidas en la AGA eran bastante cómicas. Los cadetes entraban por cursos, de antiguo a moderno, siendo nosotros los últimos. Una vez dentro del comedor, te veías dentro de una sala enorme, llena de mesas de a ocho con los cadetes de la AGA de pie frente a las sillas. Comenzaba ahí la carrera frenética por encontrar un sitio libre y colocarte donde fuera posible.

Finalizado el baile de sillas, se mandaba firmes, se daban novedades al oficial más antiguo y se leía la orden del día y las efemérides. Ahí empezaba la comida, aunque con un paso previo: los platos, vasos, cubiertos y bandejas con la comida estaban en un extremo de la mesa; de tal manera que los que estaban más cerca del mismo tenían que servir al resto. Zona de la mesa que, por supuesto, los cadetes de la AGA estaban encantados de dejarnos libres.

Llegado un momento (no llegué a descifrar si era cuando terminaba el oficial más antiguo o cuando finalizaba el cadete más caracterizado y pedía permiso a aquél), se oía un grito que te obligaba a levantarte de la mesa y ponerte en firmes, independientemente de si habías terminado o no de comer. Se daban novedades, los oficiales abandonaban el comedor y los cursos de cadetes salían tras ellos en el mismo orden en el que se entró.

Tras ello, tocaba la vuelta en autobús a los Alcázares. Allí se volvía a formar,  el alférez de servicio daba novedades por teléfono y  se rompían filas. La falta de interés de los mandos de la AGA en hacer cosas con nosotros tenía sus ventajas: una vez terminada la comida, éramos libres de ir al pueblo. Vestidos de mimeta (había compañeros que no habían recibido toda la uniformidad de trabajo en Zaragoza), disfrutábamos del buen tiempo y dilapidábamos nuestra exigua paga de cadete en los bares y chiringuitos del lugar. 

De nuestra estancia en la AGA, creo que sólo valieron la pena cuatro días: la visita a la zona de vuelo, donde estaban las Pilatus y los simuladores que usan los pilotos; la visita a Alcantarilla, sede del EZAPAC y la Escuela Militar de Paracaidismo; una mañana que pasamos con los oficiales de Cuerpos Comunes de nuestras respectivas especialidades y la jornada SERE.

Esta última fue una pequeña introducción a la instrucción que reciben los pilotos para el caso de caer derribados en territorio enemigo, a fin de aprender técnicas de supervivencia, resistencia a la captura y evasión.

 La impartieron varios suboficiales procedentes del EZAPAC, cada uno con suficiente mili encima para escribir varios libros. Además de teóricas, hubo actividades prácticas, tales como hacer fuego, construir refugios con trozos de paracaídas y otras cosas más morbosas que prefiero omitir para despertar vuestra curiosidad…

Finalmente, llegó el momento de la despedida. Reunidos, otra vez, en el maldito salón de actos de la AGA, recibimos al coronel director de la Academia. Lo que había empezado como un discurso genérico sin nada especial, terminó dándonos la puntilla para acabar de salir asqueados de aquel lugar:

«Bueno, porque cuando estéis en tercero volvéis aquí, ¿no?»

En resumen, el señor coronel no sabía quiénes éramos. Nos había confundido con los alumnos de medicina sin titulación, que pisan la AGA siendo ya alféreces, en tercer curso. Una vez más, la maldita comparación con la AGM.

Y, finalmente, volvimos a embarcar en los autobuses en dirección a la ACD, camino de nuestra última parada dentro de esta rotación por los Ejércitos: la Escuela Naval Militar.

Asqueados del abandono, la desidia y la frialdad con la que nos habían recibido en la AGA, confiábamos en que la experiencia de Marín fuera diferente. Y vaya que si lo fue, para desgracia nuestra.

Continuará…
Última edición por LtWerner el Dom, 28 Sep 2025, 12:01, editado 1 vez en total.
El Rey prohíbe a los oficiales de su Caballería, bajo la pena infamante de pérdida de empleo, que el enemigo les ataque. Será su Caballería la que siempre ataque al enemigo. — Federico II de Prusia.

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KdeKyurem

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Re: Crónica de un cadete de Cuerpos Comunes

Mensaje por KdeKyurem »

Impaciente me hallo por el relato de tu paso por la Escuela de Niños Malitos

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Anubis3

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Re: Crónica de un cadete de Cuerpos Comunes

Mensaje por Anubis3 »

Yo también, me parece buenísima la forma de narrar que tienes. Aquí esperando el siguiente capítulo 🍿

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Unai

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Re: Crónica de un cadete de Cuerpos Comunes

Mensaje por Unai »

KdeKyurem escribió: Dom, 21 Sep 2025, 10:27Escuela de Niños Malitos
:lol:  Supongo que fue mejor que en aire.

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caroval

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Re: Crónica de un cadete de Cuerpos Comunes

Mensaje por caroval »

Cómo se hace de rogar el siguiente capítulo, nos tienes en ascuas... :lol:

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Carva

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Re: Crónica de un cadete de Cuerpos Comunes

Mensaje por Carva »

Venga dale, queremos leerlo jajaja

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LtWerner

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Re: Crónica de un cadete de Cuerpos Comunes

Mensaje por LtWerner »

Hola a todos. Me alegra mucho que la serie esté recibiendo esta acogida y me halagan vuestros comentarios. Espero que el resto de capítulos estén a la altura y los disfrutéis.

Por otro lado, disculpad la lentitud con la que van saliendo episodios. Entre el trabajo, máster, familia y miserias varias ando justo de tiempo libre. Para colmo, mi querida Escuela Naval Miliar da mucho juego, creo que éste va a ser el más largo hasta la fecha.

Capítulo III: La Escuela Naval Militar 

¿¡Dónde os creéis que estáis!? ¿¡en la Escuela Naval de Paisas!?
¡¡¡ESTO ES… LA ESCUELA… NAVAL… MILITAR!!!

No importa cuántas mayúsculas y cuántos signos de exclamación ponga. Las palabras no bastan para expresar cuán fuertes, cuán atronadores, cuán desquiciados eran los gritos en Marín. La mili nunca se ha llevado bien con el sentido común ni con la sensatez, a ninguno nos sorprende a estas alturas. Si ya hablamos de academias militares, apaga y vámonos. 

Pero Marín te lleva a otro nivel. La Champions Leage de la locura. Siglos de tradición militar en Armada más antigua y gloriosa del mundo han dado tiempo de sobra para maquinar uno de los sistemas más perfeccionados en el nobilísimo arte de putear al aspirante (¿cadetes? ¿eso qué es? Lo siento, la Armada no habla pobre) y hacerle lamentar su existencia durante los cinco largos años que va a pasar en la ENM.

Un pequeño manicomio, una constante presión que te oprime el cuello que empieza a cobrar sentido cuando adquieres conciencia de la epopeya que supone vivir y hacer la guerra dentro de los confinados mamparos de un buque. Una plancha de acero que te separa de un entorno, la mar, tan bello y cautivador como hostil, peligroso e implacable. ¿Cómo? ¿Qué tú has echado para Infantería de Marina? Colega, a ti sí que te gusta sufrir…

Nuestra llegada a Marín fue bastante marinera: la calma que precede a la tempestad. Desembarcamos de los buses bien entrada la tarde, formamos y nuestro jefe orgánico, un capitán del ET, nos “entregó” a nuestro comandante de brigada, un capitán de Infantería de Marina. Nuestro capitán se despidió de nosotros con una sonrisa y una advertencia: “esto no es la AGA, aquí sí que os van a mirar a los ojos”.

Tras una breve presentación en el salón de actos, cargamos con nuestras miserias hasta el tercer piso del edificio Méndez Núñez, donde nos instalamos en camaretas de a seis. 

Y entonces aparecieron los instructores.

Haré aquí una pausa para explicar rápidamente cómo funcionan las jerarquías en la ENM, centrándome en los alumnos sin titulación de Cuerpo General (CGA) y de Infantería de Marina (CIM). Sus empleos son: aspirante de primero y de segundo, guardiamarina de primero y de segundo y, finalmente en quinto curso, alférez de fragata o alférez.

La ENM es la única academia donde los alumnos de primero saludan a los de segundo. Pero ocurre una cosa muy curiosa: todos los alumnos de la escuela se tutean, con independencia de su empleo. Si eres aspirante de primero y te cruzas con un aspirante de segundo o un guardiamarina, le saludarás con un “a tus órdenes, buenos días/tardes/noches”. Si es un alumno de quinto, “a tus órdenes mi oficial / mi alférez , buenos días/tardes/noches”.

¿Ha quedado claro que en la Armada SIEMPRE se dan los buenos días/tardes/noches? Recordar esto te puede librar de hacerte un palo o un torpedo. ¿Hacerse un qué? Tranquilos, ya lo descubriréis…

A los oficiales egresados, por supuesto, siempre se les habla de usted. Salvo que hayáis coincidido como alumnos en la ENM, en cuyo caso siempre se tutea aunque haya diferencia de empleo. A los alféreces de fragata, alféreces de navío y tenientes de navío se les llama “mi oficial”. Para capitán de corbeta, de fragata y de navío; “mi comandante”. Pero recuerda que un capitán de navío, equivalente a coronel, tiene tratamiento de señoría, por lo que se dice “a la orden de usía, mi comandante, buenos días”. A los almirantes se les dice “a la orden de vuecencia, almirante, buenos días”, sin el posesivo.

Al menos los infantes y los intendentes usan los mismos empleos que los Ejércitos. Pero ojo, porque las divisas de estos últimos son diferentes a las del resto…

Para dar, más si cabe, un nuevo giro de tuerca, en la ENM están los brigadieres. Los veinte mejores alumnos de cuarto tienen esa denominación, y hacen de instructores de los alumnos y de vínculo orgánico entre estos y los comandantes de brigada, que equivalen a los jefes de compañía de las demás academias.

Los brigadieres tienen tratamiento de “mi brigadier”, y se les identifica por una estacha o galón dorado que llevan en la bocamanga derecha del jersey o del “catorce botones” (la chaqueta que portan los alumnos cuando visten de Diario Mod. A). Si visten de camisa, de mimeta o de deporte… estás jodido. Toca aprenderse la orla que dejan en la mesa del cuartelero, donde el tamaño y calidad de las fotos deja muchísimo que desear y sus nombres y apellidos parecen salidos de la última entrega de las Aventuras del Capitán Alatriste.

Porque sí, entrar en la ENM es viajar en el tiempo. Si estás atento y pilotas de Historia, vas a coincidir con gente con apellidos de muy rancio abolengo y cuyos antepasados han forjado la España que hoy día solo existe en los libros y los monumentos.

Por debajo de los brigadieres están los instructores. Hacen el mismo trabajo con nosotros, la gloriosa 10ª Brigada, cuando ésta se activa. Tienen tratamiento de “mi instructor”, todos los marrones y responsabilidades de ser brigadier pero poco de sus privilegios, glamour y prestigio.

Y estos cuatro instructores nos formaron en el patio trasero del alojamiento y nos indicaron cómo sería nuestra vida a partir entonces:

Un aspirante de primero de la ENM no puede caminar, corre a todas partes. No puede usar las puertas principales, debe entrar siempre por detrás. Y tiene T: -5: si le ordenan estar en un sitio a una hora, debe llegar como mínimo cinco minutos antes.

Finalizadas las presentaciones, advertencias y miserias administrativas varias, nos mandaron a dormir.

Como he dicho anteriormente, el sistema de puteo en la ENM está perfeccionado al extremo. En todos los demás centros de formación donde he estado, tanto de tropa como de oficiales, es posible levantarse discretamente antes de diana para afeitarte y asearte tranquilamente.

Aquí no, porque es el instructor el que va a tu camareta a despertarte. En ese momento comienza la contrarreloj: levántate, haz una bola con la ropa de cama, corre hasta el final del pasillo, llega a las duchas, coge tu toalla, vuelve a tu camareta, desnúdate, regresa al baño, dúchate, aféitate, vuelve a la camareta, vístete, baja los tres pisos del alojamiento y corre hasta el comedor.

Todo esto tiene que ocurrir, si no recuerdo mal, en unos diez minutos.

Una vez llegas a la cola del comedor, sin resuello y empapado en sudor, te encuentras con uno de esos jueguecitos que tanto gustan en la Armada: si se pone alguien de más empleo detrás de ti, estás obligado a cederle el paso (“a tus órdenes, buenos días, con tu permiso te cedo el paso”). Él, a su vez, está obligado a negarse. Teníamos orden de dar parte si alguien nos lo aceptaba y se ponía por delante. Pero, por supuesto, los instructores vigilan que tú hagas el ofrecimiento y su omisión se castiga con dureza.

El desayuno en la ENM está muy bien. El problema era que llegaba al comedor a las pulsaciones demasiado altas como para que me entrase cualquier cosa más allá de un par de sorbos de café y dos mordiscos a una tostada. Y tampoco hay tiempo para esperar a relajarte, porque tienes que volver a la carrera al alojamiento (dando toda la vuelta y entrando por detrás, por supuesto), subir los tres pisos, hacer la cama y volver a bajar para formar con el resto de la brigada.

Porque, como me confesaba un aspirante de segundo mientras hacíamos la colada una tarde, “de toda la vida los aspirantes de primero nunca han desayunado”.

Una vez formados, los cien que éramos, con un frente de a nueve, tocaba ir a paso ligero hasta el patio de aulas. Como se deduce de su nombre, es un patio rodeado por los edificios donde se alojan las aulas para los alumnos. En uno de sus lados, precisamente aquél donde nosotros formábamos, está la estatua de uno de los marinos más importantes de la historia: Álvaro de Bazán. Los aspirantes de primero no pueden pasar por delante de él, siempre tienen que rodearlo.

Al llegar a la entrada del patio de aulas, se rompía filas y se volvía formar, a la putísima carrera, en el sitio que nos correspondía dentro del mismo. Es fundamental no “cortar la proa”, no pasar por delante de ninguna otra formación. Pecado capital.

Colocados en el patio, los instructores pasaban revista de uniformidad, moños y barbas. Finalmente, aparecía nuestro comandante de brigada, el capitán infante de marina que mencioné antes. Nos saludaba con un “buenos días, 10ª brigada”.

A lo que respondíamos, gritando como posesos con todas nuestras fuerzas, “buenos días, mi comandante de brigada”.

A ello seguía una nueva carrera hasta el aula correspondiente. Si había suerte, era una dentro del propio patio de aulas. Si no la había, cosa habitual, tocaba trasponer hasta el edificio Isaac Peral.

Una vez llegábamos al aula y nos sentábamos, chorreando a mares, nunca mejor dicho, respiraba aliviado. Había terminado, al menos para mí, la peor parte del día. 

Y no eran ni las ocho y media de la mañana.

Destacar que en esta época, finales de octubre, vestíamos uniformidad de trabajo mod. A. Es decir, cazadora, camisa, corbata, pantalón de pinza, zapatos y el infame buque. Sudábamos tanto las camisas que parecía que nos habían tirado a la ría desde el muelle de torpedos.

Las clases estaban bastante bien. Iban desde Historia de la Armada a táctica y logística naval, pasando por unas pinceladas de derecho disciplinario militar. Mi favorita era ceremonial marítimo, donde recibimos unas pinceladas de las seculares e interminables tradiciones de la Armada y su incidencia en la vida diaria a bordo de un buque.

A media mañana, sobre las once, había una parada para el bocadillo. Tenías quince minutos para correr desde el aula hasta la puerta del comedor, donde había unas bandejas llenas de bocadillos y bricks de zumo. Sabían a gloria. El estar sin desayunar quizá influyera.

Tras otra sesión de teóricas, tocaba la educación física. Ello implicaba, antes de comenzar, esprintar otra vez hasta el alojamiento, subir los tres pisos, cambiarse, bajar y formar frente al edificio Almirante Francisco Moreno. Se decidió repartirnos por el resto de brigadas, con la suerte (por decir algo) de que acabé con los infantes de marina.

Es aquí donde aprecié una de las mejores cosas que tiene a día de hoy la ENM. La instrucción física está organizada de maravilla. Es intensa, es durísima y combina muy bien la fuerza y la carrera. Las dos semanas y pico que estuvimos allí, mejoré muchísimo mi forma física.

Que el deporte haya finalizado no quiere decir que se haya acabado el correr. Una vez más, de vuelta al alojamiento y a las malditas escaleras. Tras una ducha exprés de dudosas cualidades higiénicas y volver a ponerse la más que sudada uniformidad de trabajo, carrera escaleras abajo hacia el comedor.

Una vez allí, tocaba esperar en firmes, frente a tu silla, a que apareciera el oficial de servicio. Una vez recibidas las novedades, éste se sentaba, solo, en una mesa colocada sobre una tarima en el centro del comedor. Tocaba por fin, un poco de tranquilidad y disfrutar de la comida.

Al contrario que en la AGA, aquí no había baile de sillas. Cada curso se sentaba separado, sin mezclarse con el resto. Tampoco tenías que servir a tus compañeros de mesa. Ni, como en la AGM, tenías que atravesar con tu bandeja una triste línea de comida. ¡Esto es la Armada, maldita sea! Aquí la gente es elegante y con estilo. 

Por eso, mientras tú estabas sentado a la mesa, bajando pulsaciones y devorando las jarras de agua, una entrañable señora gallega aparecía con un cazo enorme y te servía la comida. Y qué comida, señores, madre mía. Con diferencia, la mejor academia de todas.

Terminada la comida, volvíamos a nuestro régimen de carreras y gritos. Y a los malditos tres pisos del alojamiento. 

Sin embargo, aquí era donde comenzaba la mejor parte de nuestra estancia en la ENM. Las actividades de la tarde consistían generalmente en subir a la cofa, pasar la pista de aplicación, orden cerrado con el pesado y vetusto Máuser o, principalmente, hacer instrucción marinera. Algún día hubo actividades más especiales, como carreras de orientación o tiro de Victrix con la FN P9, la pistola reglamentaria de la Armada (y cuya ergonomía, comparada con la USP, que es una  antigualla, me pareció una basura).

La instrucción marinera se resumía en salir a navegar por la ría de Marín. La ENM tiene para ello diversos tipos de embarcaciones: desde los “nueve metros”, unos botes de remos que te harán sentir como un verdadero condenado a galeras, a las lanchas de instrucción, pequeñas patrulleras a motor bastante más serias. También había todo tipo de veleros, desde pequeñas lanchitas con capacidad para unas cuatro personas a verdaderas goletas, algunas procedentes de incautaciones a narcotraficantes.

Como os podéis imaginar, ninguno de nosotros, oh tristes aspirinos, sabía navegar ni a vela ni a motor, más allá de los hobbys de cada uno. Por ello, siempre nos dividían en pequeños grupos y nos empotraban con distintos grupos de alumnos de la escuela. Fue una experiencia muy entretenida y enriquecedora para comenzar a adivinar los retos que supone el gobierno de un barco en la mar. 

Por otro lado, es muy loable que la Armada haga un esfuerzo tan considerable para que sus futuros oficiales sean buenos marinos y navegantes, en una era donde la tecnología y lo digital nos facilitan la vida a costa de hacernos olvidar cómo sacarnos las castañas del fuego cuando aquéllas fallan. Es, además, un factor que nos distingue, y para bien, de otras armadas de nuestro entorno, como nos confirmaban los alumnos de intercambio, principalmente franceses y estadounidenses, que pululan por la escuela.

Finalizada la instrucción marinera, quedaba un último reto: llegar a tiempo a oración. Tras desembarcar y todas las miserias, tocaba una nueva carrera a la desesperada hacia los alojamientos. Fuera chándal, otra vez vestidos de trabajo, y a la carrera al patio de aulas.

Una vez formada allí toda la escuela, se daban novedades al oficial de servicio y se leía la orden del día (sí, a las seis de la tarde, a estos popeyes le gusta hacerlo todo a su manera). Finalmente, se entonaba la oración de la Armada:

Tú que dispones
de viento y mar,
haces la calma,
la tempestad.
Ten de nosotros Señor,
piedad,
piedad, Señor,
Señor, piedad.


Raro fue el día que llegamos a tiempo a oración o dimos las novedades correctamente. El margen horario era, simplemente, imposible, más aún cuando la brigada estaba dividida en varios grupos haciendo diversas actividades a la vez.

Por ello, aunque estuviésemos en paz con Dios, tocaba purgar nuestros pecados con los instructores.

En teoría, los castigos físicos están ya prohibidos en las Fuerzas Armadas. Digo en teoría, porque en la práctica siempre hay formas de doblar un poquito las normas. “No es castigo, es instrucción” y más cosas que los antiguos del lugar habrán visto más de una vez.

Pero, como siempre, la ENM es diferente. No ya porque los castigos físicos estén a la orden del día, sino porque están perfectamente reglados y definidos. Amigos, toca hablar del palo, el torpedo y la estrella.

Una búsqueda rápida en internet os mostrará la famosa cofa de la ENM, situada dentro de un pequeño perímetro ajardinado en frente del edificio Moreno. Aparte de subirla como actividad, existe el castigo de “hacerse un palo”, consistente en dar una vuelta corriendo al perímetro. Ésta es la sanción más leve que puede recibir el alumno, siempre de manos de otro de un curso superior, nunca de un oficial egresado.

A continuación, está el torpedo. La carrera, esta vez, es de ida y vuelta al muelle de torpedos, que comienza justo al lado de la ya mencionada cofa. El palo son unos 200 metros, el torpedo está en torno a medio kilómetro.

Por último, está la reina de los castigos, la estrella: una carrera, partiendo desde la cofa, hacia las cinco esquinas de la escuela, pasando por la cofa cada vez que se completa uno de los brazos de la misma. Hablamos ya de unos cinco kilómetros.

Mientras cumples tu correctivo, está prohibido saludar a los superiores con los que te cruces. Si debes una sanción, tienes prohibido coger el bocadillo de media mañana. Una vez finalizado, tienes que encontrar al que te ha mandado el castigo y darle novedades:

“A tus órdenes, buenos días/tardes/noches. Se presenta el caballero cadete fulano fulánez, encuadrado en la décima brigada. Con tu permiso, te doy orden cumplida de hacerme un palo/torpedo/estrella por…”

Finalizada la oración y la penitencia anexa, eras, con muchas comillas, un hombre libre. Quedarse en la camareta era poco recomendable, porque tienes que estar de pie (no hay sillas y sentarse en la cama es pecado mortal, no hablemos ya de tumbarse), perfectamente uniformado y con la amenaza de que el brigadier de guardia aparezca por ahí a tocar las narices. Ir al casino, al menos durante los primeros días, estaba vedado. Y salir a la calle es, en sí mismo, una aventura.

En la ENM sólo se sale a la calle en las horas en punto. Unos minutos antes, tienes que formar frente a las dependencias del oficial de guardia, vestido con uniformidad de diario. El brigadier de guardia te pasa revista de policía y quedas a merced de sus “preguntitas”: ¿Cómo se llama el oficial de guardia de hoy? ¿y el brigadier de guardia? ¿qué altura tiene hoy la pleamar? ¿a qué hora es el amanecer? Todos estos datos están disponibles en la orden del día. Fallar una pregunta implica la imposibilidad de salir hasta la siguiente hora. Afortunadamente, con los de Cuerpos Comunes eran bastante misericordiosos, pero los aspirantes no pueden decir lo mismo.

Llega la noche, cenas, te relajas, llamas a la familia, ¿piensas que el día se ha acabado? Ay, amigo, ¡esto es la ENM!

“Speech”, qué palabra más odiosa. El último reto del día antes de abrazar la cama y un poquito de tranquilidad.

El “speech” es un pequeño discurso motivador (por llamarlo de alguna manera) que los instructores y brigadieres tienen con sus respectivas brigadas. Si no recuerdo mal, duraban en torno a una hora, en posición de firmes. Eso si había suerte, porque las alternativas a estar en firmes eran correr o hacer flexiones.

El “speech” comenzaba con cuestiones administrativas varias y un resumen de la jornada. Qué cosas habíamos hecho bien y, sobretodo, cuáles habíamos hecho mal. Esto último implicaba purgar, en forma de flexiones, planchas, carreras y similares. Era una situación bastante tensa, con los instructores paseándose por la formación como tiburones en busca de sangre y la constante incertidumbre de si tu nombre saldrá o no en la lista de gente que tiene que purgar esa noche.

También era ocasión para piar. Es decir, pedir pequeños privilegios como usar las puertas principales o que nos bajaran el T -5.

Sin embargo, nosotros éramos afortunados. Los de las demás brigadas, sobretodo los aspirantes de primero, se prolongaban hasta la madrugada. No sé qué les harían, pero los alaridos que se escuchaban desde nuestro alojamiento daban miedo.

Y esto es, en resumen, un día en la ENM.

Con este ritmo frenético, los días y las semanas iban pasando. Algunos días, nos separábamos por especialidades para ver cosas propiamente nuestras: médicos y enfermeros hacían prácticas de sanidad a bordo de las lanchas, los jurídicos iban a juicios en el tribunal de Coruña, los interventores iban a la Jefatura de Intervención de Coruña, etcétera. Pequeños remansos de paz rodeados, por una vez, de gente que no nos era hostil.

La pernocta en la ENM es obligatoria, también los fines de semana. Como ya dije, hay que salir uniformado a la calle. Nuestros uniformes verdes llamaban la atención, entre tanto azul marino. En el caso de entrar en un bar o restaurante y coincidir con alumnos de un curso superior, era obligatorio pedirles permiso para sentarnos allí.

Un día, pidieron voluntarios para dos actividades: una salida con las lanchas de instrucción de casi 24 horas, pernocta en Sanjenjo incluida, y un tema táctico con la Compañía de Alumnos de Infantería de Marina. Como uno es masoquista, me apunté a las dos, que además se realizaban en días consecutivos. Os recomiendo que hagáis lo mismo, sobretodo el salir al campo con los infantes y disfrutar de la instrucción, bastante dura y bajo una presión constante y unas condiciones climáticas horrendas.

Para terminar de empalmar, pocas horas después de volver de navegar tuvimos la cena de brigada. Menos mal que estaba con mal cuerpo y apenas bebí, porque la mañana siguiente fue todavía más memorable, consecuencia de una infracción bastante gorda realizada por algunos compañeros. Lo bastante gorda como para que la brigada entera, con una resaca monumental, se hiciera una estrella.

Otro evento destacable de nuestra estancia de la ENM fue compartir la misma con Su Alteza Real la Princesa de Asturias, doña Leonor. La consigna, no obstante, era tratarla en pie de igualdad al resto de guardiamarinas de primero con los que compartía curso. Eso incluía, entre otras cosas, tutearle, cosa que resultaba bastante chocante. 

Compartíamos, además, alojamiento con el destacamento de infantes de marina dedicados a reforzar la seguridad de la princesa durante su estancia allí, con los que hicimos buenas migas y compartimos batallitas.

Lamentablemente, un problema familiar me obligó a abandonar la ENM antes de tiempo y perderme los últimos días allí. Lo más destacable fue la visita, en las mencionadas ocho metros, a la isla de Tambo, situada en la ría justo en frente de la escuela.

Aunque pueda parecer lo contrario, mi experiencia en la ENM fue muy positiva. Sí, es un manicomio. Sí, está llena de reglas absurdas, castigos retrógrados y un régimen de vida desquiciante. Y por eso mismo respeto a los que son capaces de aguantar cinco años, los mejores cinco años de tu vida, en un lugar así. La guerra es un negocio sucio y duro. Y en la ENM saben apretar a la gente para que, llegado el día, sepan tener la cabeza fría y aguantar la enorme presión que supone guerrear en la mar.

Por otro lado, y asqueados del trato recibido en la AGA, era de agradecer el esfuerzo de oficiales e instructores para integrarnos dentro de la escuela y sus actividades.

Con esto, finalizaba nuestra primera fase de formación como oficiales de los Cuerpos Comunes. Se acababa, así, nuestro contacto directo con los ejércitos, sus tradiciones y su idiosincrasia; comenzando a la vez otra fase muy distinta. Tocaba, ahora, desarrollar los cometidos propios de nuestras especialidades y convertirnos, ahora sí que sí, en médicos, enfermeros, músicos, interventores o jurídicos militares.

Pero eso habrá que verlo en el próximo capítulo.
El Rey prohíbe a los oficiales de su Caballería, bajo la pena infamante de pérdida de empleo, que el enemigo les ataque. Será su Caballería la que siempre ataque al enemigo. — Federico II de Prusia.

Cruz Laureada de San Fernando Gran Mérito Militar Placa de Alfonso X Placa de San Hermenegildo Encomienda de Alfonso X Encomienda de San Hermenegildo Medalla militar Mérito Militar Mérito Naval Mérito Aeronáutico Cruz de Isabel I Cruz de Raimundo Peñafort Cruz de Alfonso X Cruz de San Hermenegildo Medalla DANA Valencia Cruz del Aniversario Estrella del 10º Aniversario Teniente

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caroval

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Registrado: Mié, 07 Ago 2024, 09:00

Re: Crónica de un cadete de Cuerpos Comunes

Mensaje por caroval »

Muchas gracias por el nuevo capítulo, épica la ENM y sus tradiciones.

Ánimo y a por el siguiente.

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AviatorD

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Registrado: Mié, 31 Ago 2022, 23:06
Medals: 18

Re: Crónica de un cadete de Cuerpos Comunes

Mensaje por AviatorD »

Muchas gracias por compartir tu experiencia. Resuelta muy entretenida y a muchos nos mantiene en vilo saber cómo acaba la historia.

¡Mucho ánimo!
:esp: "¡¡TÚ ERES LO QUE ELIGES SER!!" :esp:

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Retopete55

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Re: Crónica de un cadete de Cuerpos Comunes

Mensaje por Retopete55 »

¡Estábamos todos esperándolo! 

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LandoBurns

Cadete
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Registrado: Vie, 20 Sep 2024, 03:33

Re: Crónica de un cadete de Cuerpos Comunes

Mensaje por LandoBurns »

Relato muy útil para los que nos planteamos entrar a ENM.

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